El miedo a hablar en público IV. La primera experiencia de Ontiveros, Marañón y Davara
Por los correos y las llamadas recibidas esta semana, parece que lo de conocer las primeras experiencias hablando en público de los grandes comunicadores resulta de interés. Seguiremos por este camino intercalando otros artículos para no hacerlo monótono. En todo caso, os confirmo que seguiré solicitando la primera experiencia de más ponentes para darle continuidad a la saga iniciada con Enrique Dans, Mónica Pérez de las Heras y Senén Barro.
Me ha parecido interesante seguir la sugerencia de un lector por lo que haré algunos comentarios sobre las experiencias que nos lleguen para intentar escudriñar un poco sobre el fondo de las mismas.
En este artículo vamos a continuar conociendo y comentando un poco las primeras experiencias de Emilio Ontiveros, Gonzalo Álvarez Marañón y Miguel Ángel Davara Rodríguez.
Emilio Ontiveros Baeza: «Supongo que la primera experiencia tuvo lugar en algunos de esos momentos en los que tu madre te pedía que dijeras algo ante alguna visita. De las que podrían ser relevantes para los demás, recuerdo mi primera clase en una escuela de secretarias ante una treintena de chicas tan jóvenes como yo, tratando de explicar contabilidad. Mi temor no era tanto no conseguir hablar de forma mas fluida, como las risas mas o menos explicitas o los comentarios entre ellas, que pudieran distraer mi atención. Acabe mirando fijamente a las mas díscolas y recobré la confianza».
Gonzalo Álvarez Marañón: «En mi caso, no recuerdo mi primera experiencia hablando en público, porque desde niño he sido siempre el típico alumno que salía voluntario a dar la lección, el típico que en el viaje de autobús cogía el micrófono y pasaba dos horas contando chistes, he sido delegado de clase durante años incontables, etc. De manera que cuando hice mi primera presentación formal, concretamente para defender mi proyecto fin de carrera, no sólo no fue una experiencia traumática sino que la disfruté enormemente».
Miguel Ángel Davara Rodríguez: «Mi primera experiencia como «profesor», «conferenciante» o solamente «amago de comunicador», es prácticamente igual que la última de la semana pasada y nunca me parece satisfactoria. O, dicho de otra manera, cada vez que me pongo delante de un auditorio para transmitir algo «me tiemblan las piernas» a pesar de que, seguramente, ya he pasado de las mil o dos mil veces que lo he hecho. En todas me pregunto ¿quién eres tu para decir nada y con qué <<cara dura>> lo haces? Sin embargo, como el resultado ha sido bueno, en términos generales, siempre me digo «sigue adelante que acabarás haciéndolo bien» y, a pesar de que continuo temblando, pienso que lo necesito para transmitir mi necesidad de conocer todo lo que pueda sobre una materia que me apasiona. Así que, concluyo, yo creo que «el truco está en creerte totalmente lo que cuentas y sentir la necesidad de contárselo a los demás, a pesar de que tiembles cada vez que lo tienes que hacer».
Iniciando hoy la sección de comentarios me parece digno destacar algunas reflexiones.
El caso de Emilio me parece muy significativo porque, efectivamente, cuando hablas en público te conviertes en el centro de atención -en caso contrario; malo- lo que puede provocar que algunas personas te perciban como alguien atrayente -en el caso de Emilio además atractivo, sin duda-. Los grandes comunicadores con el tiempo se convierten en personas magnéticas y esa debería ser la máxima aspiración de quien se dedique al noble arte de la comunicación. También es inevitable que el ponente comience a interpretar los mensajes no verbales de la audiencia, tanto para bien como para mal.
Algunos expertos de la comunicación aconsejan concentrarse en mirar sólo a las personas que te irradien sensaciones positivas, ignorando a los que lo hagan de forma negativa. Por mí parte, creo que hay que aprender que no somos telépatas y que si una persona tiene mala cara o se mueve mucho puede ser por infinidad de causas y no exclusivamente porque le esté entrando comezón al oir nuestra diatriba. Si vamos bien preparados y hemos trabajado con honestidad la presentación no tenemos porqué crearnos fantasmas sobre la reacción del público, aunque siempre deberemos estar atentos a las señales del auditorio.
Gonzalo creo que describe a la habitual persona que desde pequeña ha sido extrovertida y que ha sabido disfrutar de ser el centro de atención -debe ser maravilloso tener esa personalidad-. El mismo Gonzalo afirma que desde muy pequeño comenzó a hablar en púbico dando la lección como voluntario o cogiendo el micrófono en el autobús para contar chistes. Bajo mi punto de vista Gonzalo no comenzó a hablar en público para defender su proyecto de carrera sino cuando levantó la mano por primera vez para dar la lección como voluntario. Esto abundaría en la idea de que el buen comunicador se hace con la experiencia. La enseñanza que yo saco de su experiencia es que cuanto antes comiences y más trabajes la comunicación mejor lo harás.
Lo de Davara no es para hacer un artículo. ¡Habría que hacer una tesis!
Miguel Ángel jamás ha tenido que utilizar un PowerPoint para hipnotizar al auditorio con temas tan emocionantes como la LOPD o el Derecho TIC y, sin embargo, cualquiera que haya tenido la suerte de disfrutar de una ponencia suya se habrá quedado con la sensación de haber conocido a uno de los mejores comunicadores que haya visto jamás y en cambio afirma que le siguen temblando las piernas. ¿No es fantástico?
Los que conocemos personalmente a Miguel Ángel sabemos que es una persona tímida y vergonzosa que digiere con incomodidad el reconocimiento social que le precede allí a donde va. Lo que le convierte, a mí juicio, en un ejemplo palmario de que la persona no tiene que ser especialmente extrovertida, ni falta de rubor para llegar a convertirse en un orador magnífico lo que debería dar alas a todas las personas que crean que, por introvertidos, no pueden convertirse en magníficos comunicadores.
Nota: imagen generada por BING.
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Muy interesante.
A veces, cuando vemos a un gran ponente u orador, pensamos que a ellos siempre les había resultado fácil hablar en público. Ahora, con tus artículos, vemos que ese «don» es una habilidad entrenada y educada a conciencia para parecer fácil y natural.
Ya estoy esperando con ansia el siguiente post.
Gracias.
Efectivamente Javier. Habilidad entrenada por lo tanto accesible a todas las personas que estén dispuestos a entrenarse.
Gracias por tu comentario.