No mandé mis naves a luchar contra los elementos

Si bien la frase se atribuye a la expresión utilizada por Felipe II al tener noticia de la derrota de la Armada Invencible, los estudiosos están de acuerdo en negar, con cierta contundencia, dicha autoría.

Por una parte, parece que la imperturbabilidad de la que el monarca gustaba hacer gala ante las malas nuevas, y que tanto molestaba a algunos de sus más estrechos colaboradores, no le permitiría una expresión semejante. Por otra, las crónicas confirman que las noticias fueron llegando poco a poco por lo que el desastre fue percibido in crescendo, sin un anuncio contundente que justificara tal alocución.

En todo caso, es expresión con la que el responsable intenta justificar que el insatisfactorio resultado acaecido no es atribuible a su impecable gestión de la situación, sino a la Divina Providencia.

[Óleo atribuido al inglés Nicholas Hilliard]
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